3 de noviembre de 2010

La Sagrada Eucaristía

«Yo soy el pan de vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá sed» (Jn 6, 35)

¿Qué es la Sagrada Comunión?
Es el acto de comulgar las Hostias consagradas. Nosotros los católicos creemos que Jesús está materialmente, espiritualmente y místicamente en ellas.
Solo deben consumirse en el momento de la Eucaristía o al recibir sacramentos como la Unción de los enfermos.
No debemos comulgar en pecado, así nos lo enseña San Pablo:
Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor.” I Corintios 11,27.
Es necesario confesarnos antes de hacerlo, confesarnos como nos enseña la Iglesia.

La Sagrada Comunión merece un trato especial
Cuando estemos frente al Santísimo (Hostias consagradas) tengamos un trato especial de silencio, adoración, arrodillémonos para saludarlo.
El Santísimo debe estar en lugares sagrados en Iglesias, capillas de adoración; no es adecuado tenerlo en casas de fieles pues no le daremos la adoración que merece.

Cuando no podemos comulgar ¿Qué podemos hacer?
Hacer un acto penitencial (oración) y luego pedir la Eucaristía de forma espiritual en nuestros corazones.
Esta oración la podemos hacer varias veces durante el día, pidiéndole a Dios que venga a nosotros en su forma sacramental. Podemos seguir una oración ó crear una para cuando hagamos la Comunión Espiritual.

La siguiente oración la escribió San Alfonso María de Ligorio
Creo, Jesús mío, que estáis realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma.
Pero como ahora no puedo recibirte sacramentado,
ven a lo menos espiritualmente a mi corazón.
(Pausa en silencio para adoración)
Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti
No permitas, Señor, que jamás me separe de Ti Amén.


¿Qué son las visitas al Santísimo?
Las visitas son una práctica devocional que nos ayuda a crecer espiritualmente. Implica estar un momento o varios al día, frente a la Hostia consagrada, para meditar y orar.
Sabiendo que es Jesús vivo, presente física, espiritual y místicamente.
Aunque existen formulas y oraciones especiales para este momento, se puede preferir el silencio, porque hacerlo nos permite crecer espiritualmente, permitiendo que Dios habite en nosotros y nos comunique su Voluntad.
Podemos orar el tiempo que sintamos necesario frente al Santísimo. Será el espíritu Santo quien nos guíe en cómo y cuándo hacer la oración.
Cuando estemos viviendo situaciones difíciles, momentos de duda, de decisión, busquemos la respuesta en la vista y adoración al Santísimo. Ahí Dios, sin duda nos llevará por el camino indicado.

“Necesitamos el pan de la Eucaristía para afrontar la fatiga y el cansancio del viaje. El Domingo, día del Señor, es la ocasión propicia para sacar fuerzas de él, que es el Señor de la vida. Por tanto, el precepto festivo no es un deber impuesto desde afuera ó un peso sobre nuestros hombros. Al contrario, participar en la celebración dominical, alimentarse del Pan Eucarístico y experimentar la comunión de los hermanos y las hermanas en Cristo, es una necesidad para el cristiano y así se puede encontrar la energía personal necesaria para el camino que debemos recorrer cada semana.
El Señor no nos deja solos en este camino. Está con nosotros, más aún, desea compartir nuestra suerte hasta identificarse con nosotros”.
Papá Benedicto XVI, Clausura del Congreso Eucarístico Italiano en la Solemnidad del Corpus Christi. Mayo 2005